Siempre estás. Siempre te haces sentir, notar. No hay una sola ocasión en la que me haya sentido en caída libre, que no te hayas acercado a ponerme tu propio abrazo como paracaídas. Siempre lo haces. Siempre lo hiciste. Sé que siempre lo harás. Porque en ese infinito, no existe el espacio ni los tiempos, y tú mi viejito, manejas a la perfección, como ya lo hacías entonces, los detalles. Aquellos que obran la diferencia y que tan bien me enseñaste a vivir, observar y sentir. Quizás por eso, hoy, una vez más, y después de días inciertos, te vuelves a mostrar, con algo tan tuyo. Con algo tan mío también: tu aroma. La fragancia que me une a ti desde niña y que al volverla a oler, me llena el Alma de caricias y el Corazón de sonrisas, aunque mis ojos se humedezcan al poder, aunque por un instante, abrazarte de nuevo.
Hacía meses desde la ultima vez. Porque hacía meses que no me inquietaba tanto internamente. Y tu olor, esa fragancia tan tuya: Lavanda de Atkinson, vuelve a mí, para sentir tu abrazo, tu Presencia en mi presente, como si 15 años no fueran nada. Y vuelvo a comprender que no existe la muerte, sino solo una ilusión, porque permaneces a mi lado, Siempre.